Artículo publicado en Heraldo de Aragón (20 de enero de 2021), firmado por Carmen Marcuello y Asunción Sanmartin.
En estos tiempos inciertos y difíciles, las instituciones deben esforzarse, más que nunca, por gestionar los recursos con eficacia y eficiencia. Se trata, no solo de conseguir todos los recursos que sea posible buscando financiación, sino, también, de gastar bien, de forma que los objetivos finales se puedan seguir cumpliendo.
La Unión Europea anima a utilizar los contratos públicos para fomentar la sostenibilidad social y medioambiental, y para impulsar el desarrollo de nuevos bienes y servicios mediante la ‘compra pública de innovación’. La gestión de los fondos europeos de recuperación para hacer frente a los efectos económicos y sociales de la pandemia de la covid-19 no puede ser ajena a esta idea.
Si hablamos de una universidad pública como la Universidad de Zaragoza, que tiene entre sus fines la promoción de la transferencia y de la aplicación de los conocimientos para favorecer la innovación, el progreso y el bienestar, y que debe asumir un compromiso firme con su papel de liderazgo social en igualdad, accesibilidad, inclusión y sostenibilidad, y como motor de desarrollo económico y social de Aragón, la contratación pública estratégica es herramienta fundamental.
La Universidad debe desarrollar una estrategia de compra pública responsable, encaminada a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que impulse la sostenibilidad social y medioambiental, que fomente el compromiso con la inclusión social, la igualdad y la respuesta a la emergencia climática y medioambiental, la innovación tecnológica, social y organizativa, el desarrollo de nuestras pymes y la cohesión territorial, contribuyendo a hacer realidad la idea de «la Universidad y el campus como laboratorio para la investigación aplicada». Se trata de utilizar el espacio y el trabajo de la comunidad universitaria como pilotos que permitan trasladar después los resultados al resto de la sociedad.
La Universidad de Zaragoza reúne unas características que la hacen idónea para desarrollar un plan de contratación estratégica y responsable, pues cuenta con una comunidad académica con especialistas en las distintas áreas, sociales, científicas, tecnológicas, que permiten abordar la compra estratégica con los apoyos que, en la mayoría de los casos, faltan en otras instituciones.
A modo de ejemplo, pensemos en los resultados que se obtienen cuando los servicios técnicos encargados del mantenimiento de las infraestructuras colaboran con el conocimiento generado por las áreas de arquitectura e ingeniería a la hora de planificar y definir con criterios de sostenibilidad los proyectos y las actuaciones de mantenimiento.
Entre las posibilidades de realizar política social a través de la contratación destaca la opción de reservar determinadas licitaciones a la participación de entidades de economía social, que permite actuar directamente en el ámbito de la inclusión social y de la economía solidaria, con el principal objetivo de favorecer la inserción sociolaboral de personas en situación y/o riesgo de exclusión.
Dentro de la estrategia cobra especial relevancia la compra pública de innovación, diseñada a partir de aquellas líneas de investigación de la Universidad de Zaragoza que puedan implementarse a través de contratos públicos que satisfagan necesidades de la propia comunidad universitaria, como paso previo a su disponibilidad en el mercado.
Finalmente, en el diseño de la estrategia de compra pública no deben olvidarse los mecanismos de colaboración. La recuperación de la crisis exige el esfuerzo de todos, y por ello hay que apostar por la colaboración público-privada basada en criterios éticos, sociales, medioambientales y de servicio público, junto con una rendición de cuentas continua y transparente, que permita desarrollar más y mejores proyectos en la Universidad.
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